Sandino doesn't buy clothes, at least not like others do. Maybe a pair of jeans a year or so. He doesn't know how to drive a car either, nor is he interested in doing so. He also does't like the beach, but he loves rice and shrimps.
Originally published in Spanish under the title El Despacio in the art magazine RARA (Issue 13).
El Despacio
La Persona
Sandino no compra ropa, al menos no como lo hacen los demás. Compra tal vez un jeans al año. No sabe manejar y tampoco le interesa aprender. Tampoco le gusta la playa, pero sí el arroz con camarones.
Según Leo, tiene el peor gusto musical y no sabe cocinar. Pero no se molesta cuando la cerveza hace charcos en el piso de madera. Le gusta hablar con ingeniosos gifs, y no come pollo. Cuando era pequeño su mamá trató de matar una gallina con un hacha que no tenía lo, Sandino miró.
Se aburre rápido. Cuando no hay mucho que hacer en algún bar, expulsa chorritos de cerveza de la boca, sin piedad, a quien sea. Y se sabe a la perfección sólo un truco de magia con una moneda; ama el queso, el queso por sobre todo lo que existe en este mundo.
Cuando le conté que no conocía la nieve se emocionó por ayudarme. Me explicó los mejores meses para viajar, luego me escribió correos recordándome esto.
El cantautor Carlos Mejía Godoy explicó en una entrevista que: «Para mí, ser sandinista, independientemente de un partido político, es darle vigencia a los principios del general Sandino: honradez, trabajo, amor a la libertad, independencia y dignidad nacional».
Yo no sé si los padres del curador Sandino Scheidegger lo nombraron así en honor al general nicaragüense; pensemos que sí, y que por su nombre corren vertientes políticas, principios y creencias arraigadas a un pedazo de tierra. O en este caso, a un montón de pedazos de tierra. De pequeños mundos, llenos de in nitas posibilidades, todos creados por él.
Sandino nació en enero de 1984, un día en que la nieve cubrió a Suiza más de lo normal. Su instituto de arte contemporáneo, fundado en 2007 junto a su amigo Luca Müller, — Random Institute —, se encuentra en Zurich. Hasta el momento han ejecutado más de ochenta proyectos en Corea del Norte, Latvia, México, Islandia y en medio del Atlántico. Para ambos, una de las facultades que tratan de mantener en la ejecución de cualquier proyecto es el tiempo. Tiempo para leer, investigar, comprender, y para observar. Pero, sobre todo, para conversar; sólo así, con esta disciplina, han surgido algunos de sus más preciados proyectos.
Cuando le preguntan a Sandino sobre su instituto lo explica en un idioma simple. «Crear un acceso a distintos tipos de arte, para distintos tipos de público».
Como parte de la lucha: vida real vs. vida virtual, Sandino trata a través de su instituto, crear espacios donde la gente —sin una pantalla en su cara— pueda conocerse, y crear intercambios que no sucederían en alguna otra cotidianidad. Es decir, crear posibilidades. Por ejemplo, en una exposición curada por Scheidegger puede haber en un mismo cuarto un pescador y un artista parisino tomando café y hablando sobre el precio de la gasolina, algo que no sucede muy a menudo.
En 2013, Random Institute fundó Réunion, otro instituto de arte contemporáneo radicado en Zurich; y Kunsthalle Tropical en Islandia. Este último sólo se puede encontrar siguiendo ciertas coordenadas.
Gran parte de su vida Sandino la pasa en París donde lee —todos los días, por dos horas— distintos periódicos. Después de eso, decide cuáles calles caminar.
Para mantenerse vivo y para mantener con vida su instituto, trabaja dos días a la semana en Suiza, dentro de una o cina convencional, haciendo quién sabe qué.
En septiembre de este año recorrió Guatemala, San Salvador, Tegucigalpa, Managua y Panamá en bus. Visitó más de treinta estudios de artistas centroamericanos, y aquí está, bajándose de un avión en Costa Rica, para visitar San José, donde se encuentra la galería Despacio, en la que trabaja curando distintos proyectos: Selected Video Works (noviembre, 2015); Nadie pertenece aquí tanto como tú (marzo, 2016); Nadie Nada Nunca (julio, 2016); Herencias (julio, 2016), y Siempre cuenta cuántos cuentos cuentas (octubre, 2016).
Además, trabaja en uno de sus proyectos más preciados de Despacio: la Biblioteca en Residencia; la cual busca agendas, diarios, zines, o cualquier documento hecho a mano, para exhibir. Ha recibido papeles de artistas como: Diego Fournier (Costa Rica), Sophie Barbasch (Estados Unidos), Diana Abi Khalil (Líbano), Julien Prévieux (Francia), entre otros.
En las o cinas del gobierno, Sandino comparte espacio y labores con un hombre que ama ejercitarse, comer en el carro, y vacacionar (en su casa).
En su casa en Suiza tiene un roommate que se llama Leo, quien trabaja con madera, le gusta escuchar hip hop y colecciona —orgullosamente— cucharas de aviones.
El Lugar
Cerca de Chelles —un restaurante con más de sesenta años de vida, que nunca cierra y donde sólo los hombres pueden trabajar detrás del mostrador— y cerca de la plaza de la Democracia —donde los miércoles se baila tango y se toma vino— se encuentra Despacio, una galería con más de diez años de vida, creada y liderada por el artista costarricense Federico Herrero.
Cualquier dirección que se le pueda dar a este lugar requiere de un complejo reconocimiento visual de San José: 'De ese lugar donde venden jeans colombianos'. 'Al frente de la pizzería donde también venden casados'. 'Está arriba, donde queda ese lugar en que sacan copias, y los vendedores siempre tienen mala cara'. Por ahí queda. Está en un cuarto piso, lo cual di culta la búsqueda: pocas personas están acostumbradas a mirar hacia arriba a menos que pase un avión.
La entrada es angosta y lo primero que se ve al fondo es un pasillo estrecho y una entrada a la fotocopiadora donde también se pueden hacer llamadas internacionales y usar el Internet. Ahí dentro he compartido aire con chicos con camisas negras que cantan Limp Bizkit mientras buscan porno.
Pero antes de llegar a la entrada de la fotocopiadora hay, a mano derecha, un portón gris, y al lado del portón, botones para ingresar a distintos pisos. Las gradas no son estrechas, pero sí empinadas, lo su ciente para siempre llegar a la galería con el bigote sudado.
En el primer piso no se sabe qué hay; en el segundo tampoco. El tercero funciona a veces como un espacio para extender alguna exposición, pero está en proceso de convertirse en algo más y nalmente arriba está Despacio.
Cuando uno ingresa a la galería hay, de primera entrada, una pared y dos opciones: se puede caminar hacia la izquierda o hacia la derecha. De igual manera se podrá llegar a un cuarto inmenso con un piso de mosaico frío.
En el cuarto de la izquierda hay una ventana gigante, por la cual se pueden ver techos y un último piso de un parqueo. Ahí arriba he visto a trabajadores pavimentar con cemento que ebulle y a un borracho cantar en la acera. También hay una hamaca.
Durante las visitas que realicé, antes de la inauguración de las exposiciones, siempre hubo cerveza fría, vasos plásticos, olor a madera fresca, caras alegres, trabajadores con tatuajes desteñidos, y música para bailar.
Lo justo es decir que sé muy poco sobre el arte y sobre qué debe ser un curador. Pero —en inglés, la única lengua en común— he podido conocer a Sandino, y me hizo creer en una teoría.
En esta. Creo que hay personas que toman ciertas decisiones que los llevan hacia un lugar luminoso, con casas con puertas de madera blanca y azoteas. En esas personas existe algo, una molécula, tal vez, una gota de sangre, puede ser. Es un líquido que viaja por alguna ruta alterna no descubierta, que no tiene nombre, pero que cuando está cerca, se siente. Yo creo que de algo así está hecho Sandino, cazador de elefantes rosados.
The article was originally published in Spanish under the title El Despacio in the art magazine RARA in May 2017: → Download PDF
RARA is a quarterly publication that brings together the latest trends in architecture, contemporary art, design and cultural from Central American and beyond.