Nadie había venido a ver la acción de un artista, en las primeras horas de una mañana, cuando los asistentes penetraron un jardín comunitario para escuchar a un agrónomo que daba una conferencia sobre biodiversidad. Se sentaron sobre bancas de madera, enfocados en tomar notas, inconscientes de que estaban experimentando uno de esos momentos fascinantes en que el arte y la vida no se diferencian.